domingo, 5 de enero de 2014

Algunas noches, como ésta, cuando tengo que elegir de qué lado de la cama dormir, ansío un par de brazos que me reciban y me estorben justo a la mitad del quinto sueño. Añoro estruendosos ronquidos que no me dejen dormir. Algunas noches, sólo apago la luz y el televisor y espero a que amanezca.

jueves, 2 de enero de 2014

Siempre he preferido a los hombres mayores.

Seguro Freud encontraría alguna patología referente a mi padre, a mi sólo me parecen mucho más atractivos.

Cuando tenía 14 mi novio tenía 21, a los 17 anduve con uno de 26.

A los 19 conocí a Jaime, un biólogo de 39, casado y con 2 hijas menores que yo sólo un par de años. Después de unos besos, decidí que el perfume de Jaime me mareaba y que el no era para mi.

En la Universidad un hombre 17 años mayor que yo iba por mi cada día en un auto distinto y se gastaba una fortuna en "halagarme", con él no llegué a los besos, nunca me gustó.

A los 25 empecé una "relación" con un hombre de 45, él me gustaba mucho y la pasamos muy bien. Eramos noviecitos. Duró lo que tenía que durar y fue bueno hasta que no.

Hoy debo decir que hay un hombre que me hace suspirar y que como el resto algún pecado culposo tiene y por supuesto es mayor, sin embargo por primera vez un hombre casi 10 años menor que yo, está dispuesto a jugársela por mi y conmigo,dice dice...

domingo, 15 de diciembre de 2013

Abro los ojos aun en la cama. No me quiero levantar. No puedo. Ser fuerte acaba por volverte débil, tan frágil. Estoy tan llena de todo, han pasado tantas cosas, tanta la carga, tan pesada, que con frecuencia no me puedo levantar de la cama.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Esta soledad que vivo ahora, es la que más he disfrutado en la vida. Es la más genuina, la más honesta. Soledad que me ha servido para juntar todos los pedazos y por primera vez no usarlos para reconstruir nada. Empezar pero no de cero, empezar con todos los elementos, empezar cada día, empezar llevando bajo un brazo el baúl de los recuerdos y bajo el otro la cajita de pandora que me alborota el alma.

Uno sólo puede darse cuenta de que no está muerto cuando te asomas al abismo y caes y te rompes y te levantas y sigues.

Tengo fresco en la memoria el momento exacto en que una explosión que venía desde adentro se llevó todo al carajo. Recuerdo vivo una infinita explosión en mis entrañas me lo arrebataba todo. El dolor me está matando y no puedo parar de gritar. Una mano pequeñita me sujeta y me devuelve a la vida. No me puedo ir, no me puedo ir, no me puedo ir.

Estuve varias horas rogando al cielo un milagro y entonces la mano me sujeta. Me despedí en paz, dejé que lo que se tenía que ir se fuera y me quedé. Él y yo me necesitan.

Esta soledad personalísima no extraña a nadie. 

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Me gusta escuchar. Me gustan los consejos. Desgraciadamente también me gustan las críticas. Hay gente icono en mi vida, gente con frases célebres que nunca olvidaré. Esta vez hablaré de mi maestro de periodismo de la universidad.

Él me leyó al instante. Recuerdo que nos dejó escribir una nota periodística, yo no me preocupé porque siempre he tenido facilidad para escribir. Entonces uno por uno empezaron a leer su trabajo y me di cuenta que lo había hecho mal, terrible, sin sentido. Pamela tu nota...

Azotó la mano contra una mesa y me empezó a gritar: ¿Quién te ha hecho creer que eres una pendeja? ¡Dime! pero sobre todo dime por qué te la creíste.

La garganta se me cerró y los ojos se me llenaron de lágrimas. No lloré. No salí corriendo. Me mantuve callada. A partir de ahí me dejaba los mejores trabajos: cubrir cámara de diputados, congresos legislativos, iniciativas de ley, día de la candelaria en Los Pinos con tamales incluidos, etc. 

El último día de clases nos pasó uno a uno a decirnos calificaciones, antes teníamos que autoevaluarnos: ¿y bien?,-ocho-, CARAJO PAMELA TIENES 10.

Un par de cuatrimestres después me lo encontré en una banca, hacía unos meses que yo había terminado con una relación de 5 años con quién estaba convencida iba a envejecer. Saúl, le pregunté, qué me depara el destino. A lo que el contestó - vas a ser muy feliz y exitosa, eres una persona maravillosa, pero vas a estar sola. Ningún hombre te parece suficiente y los hombres que sí, tu eres la que siente que no los mereces, así que vas a quedarte sola a menos que cambies todo eso que traes y que te tiene convencida que no mereces que nada maravilloso como tu te pase.

¿Ahora qué?




domingo, 8 de diciembre de 2013

A pesar del carácter de voluntario en mi soledad, a veces pesa. Me pesa en las mañanas cuando nadie me invita a quedarme entre unos muy cómodos brazos y evadir mis responsabilidades. Pesa cuando llega la noche y me cae el cansancio y el desconsuelo encima, cuando no encuentro la salida y tantísimo dolor se condensa en mis ojos y rueda por mis mejillas. Cuando estiro la mano y nadie hay al otro extremo para sujetarme. Cuando al cabo de un gran día brindo sola los éxitos. Duele cuando no hay contra quién gritar las frustraciones. Se vuelve tan infinitamente absurda en la cama en la que estoy sola y aun así duermo en una orilla, como si alguien se fuera a colar en mitad de la noche a llenarme los vacíos. 

Soledad tan puta que se vende al mejor postor. Cínica soledad que te burlas en la cara. Absurda soledad que me he construido. Suerte de última torre en el castillo donde me he auto exiliado. Soledad ilusoria, irreal soledad
Silvana camina muy despacio hasta que consigue el accidental encuentro provocado. Ambos lo saben, ambos se mira, ambos sienten que estallarán de no hacer algo al respecto. Cruzan miradas, sonríen, se saludan, se funden en un mudo y eterno abrazo y se van. Quizá después.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Antes del Alba

Una vez más me despierto en mitad de la noche deseando que me acaricies la espalda. Abro los ojos en medio de la oscuridad y casi puedo sentirte, casi real, casi conmigo. Lo malo del insomnio es que nos brota todo lo malo que habíamos olvidado. Te veo ahí como la primera vez, seduciéndome y convenciéndome de un montón de cosas que en verdad no quiero hacer y las hago. Puedo sentirte tocándome y exitándome con y sin mi consentimiento. Entonces viene a mi mente el preciso momento en que te eché de mi vida. ¿Recuerdas? Esa fue la última vez que me humillaste, la última vez que lo permití y la primera vez que te mandé al carajo. Me siento mojada y molesta y me vuelvo a dormir.

Toma Dos

Abro los ojos deseando que falte poco para el alba, ya no quiero seguir en la cama pero no me animo a levantarme y apenas son las 3. Tú me haces falta en la cama. Entonces te pienso, por más que me esfuerzo no puedo recordarte tocándome y eso que nunca parábamos de hacerlo. Te pienso con más fuerza, nunca me sentí tan enamorada, quizá por eso te perdoné la primera vez que me pegaste. Jamás viví tan intensamente, quizá por eso te perdoné la segunda vez que me pegaste. Teníamos tantos planes y queríamos hacer tantas cosas juntos, quizá por eso te perdoné la tercera vez, aquella en que me rompiste la nariz y me sacaste de la casa en mitad de la noche. Jamás me sentí tan mal, será por eso que un día finalmente te pedí que desalojaras el lugar que ocupabas en mi vida. Ahora me siento idiota y prefiero volver a dormir.

Toma Tres

Suena el despertador la primera de las cinco veces que debe sonar. Estoy agotada, muero de sueño. Tengo una sensación de ganas en el cuerpo y de hastío en el corazón. Sigo dormida cuando vuelve a sonar el despertador y me da tiempo de pensar en todas las malas decisiones que he tomado. ¿De quién es la culpa sino mía? Parpadeo y el despertador anuncia que ha pasado media hora. Pienso en el chico ocho años menor que me insiste para que salgamos. No. Empiezo una breve reseña de aquellos años en que a mis veinte y tantitos los hombres de más de cuarenta me buscaban y me ofrecían el cielo. No. Pienso en el colega del trabajo que me busca la mirada sólo para saludarme mientras me habla de usted. No. Pienso en los mensajes que llegaron de esos viejos amores en busca de recordar los viejos tiempos. No. Pienso en el primer hombre que me gustó cuando tenía 13 años y que era mucho mayor que yo. Pienso en el vecino que busca como toparse conmigo para saludarme siempre y cuando su esposa no ande cerca. Pienso en otro hombre. No lo sé, me da miedo. Me toco, un poco para asegurarme que todo sigue ahí y un poco para quitarme las ganas. Un segundo antes que suene el despertador pienso en las ganas que tengo de que unas manos me acaricien la espalda por debajo de la ropa.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Hace tiempo que no sentía esto. Esa cosa que da en la base del cuello y llega como un escalofrío hasta las piernas. Hace demasiado tiempo que alguien no me provocaba suspiros ni sueños húmedos. Jamás me he cerrado a las posibilidades sólo puse tiempo y distancia entre el mundo y yo, pero el mundo siempre me alcanza. 

¿Estará consciente de lo que causa en mi? Esos nervios adolescentes, el sudor frío y al final ese recuento de hechos donde siento que pude haberlo hecho mejor, ir mejor vestida o hablar como si fuera más inteligente. No lo sé.

Sólo espero que ese abrazo, ese en particular, alcance hasta la siguiente vez.


lunes, 6 de mayo de 2013

Las cosas que se le meten a uno en la cabeza dan a pensar. Me levanto esta mañana con la esperanza un poco abajo y las intenciones muy arriba. Salgo al mundo a tomarlo por los cuernos de la luna y naturalmente me hiero las manos en el intento. Los recuerdos vienen y se instalan en mi. La esperanza mirando al frente me advierte la posibilidad de hacer las cosas bien esta vez. Los recuerdos me repiten que quizá me equivoqué varias veces, demasiadas. A canonizar a todos los culpables de este maldito sufrimiento injusto, la culpa es mía, no de ellos. Al prenderles una veladora a los nuevos santos me quemo los dedos y entonces recuerdo que no soy yo sino ellos los que se empeñaron en lastimarme, en hacerme daño, de la forma más cínica y deliberada. Son ellos los que me llevaron a tomar decisiones de supervivencia. Ningún santo, no. Si la vida me va a llevar a despertarme con ganas de ver al horizonte, debo dejar de ver atrás y empezar a mandar al infierno a los demonios, pues es ahí donde pertenecen. Ningún demonio es mio, ninguno me pertenece. Mañana, supongo mañana les daré una nueva oportunidad de subir al altar, a menos que esta vez mantenga la puerta cerrada.